Las inflamaciones oculares son reacciones del ojo ante infecciones, traumatismos, enfermedades autoinmunes o irritaciones externas, y pueden afectar distintas estructuras del globo ocular, como la conjuntiva, la córnea, el iris o los párpados. Entre las más comunes se encuentran la conjuntivitis (inflamación de la conjuntiva), la blefaritis (de los párpados), la uveítis (de la úvea) y la queratitis (de la córnea), cada una con causas y riesgos distintos. Los síntomas típicos incluyen enrojecimiento, dolor o molestia, hinchazón, lagrimeo excesivo, secreción, picor, fotofobia (sensibilidad a la luz) y, en algunos casos, disminución de la agudeza visual.
Aunque algunas inflamaciones son leves y se resuelven con medidas sencillas como higiene ocular o lágrimas artificiales, otras pueden comprometer seriamente la visión si no se tratan a tiempo. Debes preocuparte y consultar a un oftalmólogo de inmediato si presentas dolor ocular intenso, visión borrosa repentina, secreción purulenta, sensibilidad extrema a la luz, o si los síntomas no mejoran en pocos días.
El diagnóstico precoz es clave para evitar complicaciones y proteger tu salud visual.

¿Qué son las inflamaciones oculares?
Las inflamaciones oculares son respuestas del ojo frente a una variedad de agresiones, ya sean infecciosas, traumáticas, alérgicas o inmunológicas. A nivel médico, hablamos de una respuesta inflamatoria que puede afectar distintas estructuras del ojo: conjuntiva, córnea, párpados, úvea o incluso el nervio óptico.
Siempre explico a los pacientes que el ojo se comporta, en muchos aspectos, como cualquier otra parte del cuerpo: si hay una lesión o irritación, el tejido se inflama. La diferencia aquí es que se trata de un órgano extremadamente delicado, donde cualquier alteración puede comprometer temporal o permanentemente la visión.
Síntomas más frecuentes de una inflamación ocular
Los signos clínicos varían según el tipo y la localización de la inflamación, pero existen síntomas comunes que siempre deben ser evaluados cuidadosamente.
Enrojecimiento, picazón y secreción
El ojo rojo es el síntoma más habitual. Puede acompañarse de picor (especialmente en cuadros alérgicos o virales) y secreción (acuosa, mucosa o purulenta), lo que nos ayuda a diferenciar entre causas infecciosas, alérgicas o irritativas. En casos de conjuntivitis, por ejemplo, el enrojecimiento es difuso y bilateral, con sensación de cuerpo extraño.
Dolor, hinchazón y fotofobia
El dolor ocular, sobre todo cuando es profundo o se intensifica con el movimiento ocular, es una señal de alerta. La hinchazón de párpados puede indicar procesos inflamatorios como blefaritis o celulitis preseptal. La fotofobia (intolerancia a la luz) suele asociarse a inflamaciones más internas, como la uveítis o la queratitis.
Cambios visuales: visión borrosa o pérdida parcial de visión
La aparición repentina de visión borrosa o disminución visual parcial siempre se considera un signo grave hasta demostrar lo contrario. Este tipo de síntomas puede estar asociado a uveítis, queratitis ulcerativa o incluso a afecciones del nervio óptico.
Tipos más comunes de inflamaciones oculares
Durante mi práctica clínica he visto que no todas las inflamaciones oculares tienen el mismo pronóstico. Algunas son benignas y autolimitadas, mientras que otras requieren tratamiento urgente para evitar daño visual permanente.
Conjuntivitis
Es la inflamación de la conjuntiva, la membrana que recubre la parte blanca del ojo y el interior de los párpados. Puede ser viral, bacteriana, alérgica o irritativa. Las formas infecciosas suelen ser contagiosas y cursan con enrojecimiento, secreción y sensación arenosa.
Blefaritis
Inflamación del borde palpebral, frecuentemente crónica. Se presenta con enrojecimiento, costras, picor y sensación de cuerpo extraño. Puede estar asociada a disfunción de las glándulas de Meibomio y, si no se trata adecuadamente, predisponer a infecciones o alteraciones en la superficie ocular.
Uveítis
Se refiere a la inflamación de la úvea (iris, cuerpo ciliar y coroides). Es un proceso más profundo, que puede afectar gravemente la visión. Suele presentarse con dolor ocular intenso, fotofobia, visión borrosa y a veces hipopion (pus en cámara anterior). Puede estar relacionada con enfermedades autoinmunes o infecciones sistémicas.
Queratitis y úlceras corneales
Inflamación de la córnea, que puede evolucionar hacia úlceras corneales si no se trata a tiempo. Es frecuente en usuarios de lentes de contacto, especialmente si hay mala higiene. Los síntomas incluyen dolor intenso, disminución visual y fotofobia. Requiere atención inmediata.
¿Cómo saber si una inflamación ocular es grave?
La mayoría de los pacientes consultan por ojo rojo, pero no todo enrojecimiento es alarmante. Sin embargo, existen criterios clínicos que nos ayudan a diferenciar entre una afección leve y una urgencia oftalmológica.

Diferencias entre irritación leve y proceso inflamatorio serio
Irritación leve
- Enrojecimiento moderado
- Lagrimeo
- Picor ocasional
- Mejoría con descanso o lágrimas artificiales
Inflamación grave
- Dolor ocular intenso
- Visión borrosa o pérdida visual
- Secreción purulenta o espesa
- Fotofobia intensa
- Síntomas unilaterales de inicio brusco
Síntomas que requieren atención médica inmediata
Aconsejo acudir de forma urgente al oftalmólogo si se presentan:
- Dolor severo o punzante
- Disminución repentina de la visión
- Sensación de presión ocular
- Edema palpebral importante
- Intolerancia marcada a la luz
- Antecedente de traumatismo ocular o uso de lentes de contacto prolongado

Tratamientos según el tipo de inflamación
El tratamiento dependerá de la etiología y la localización de la inflamación. Como regla general, nunca debe iniciarse automedicación sin diagnóstico oftalmológico, ya que algunos colirios pueden empeorar ciertas patologías.
Cuidados domiciliarios
- Lágrimas artificiales en casos de ojo seco o irritación leve
- Compresas tibias en blefaritis o chalazión
- Evitar el uso de lentes de contacto mientras haya síntomas
- Higiene palpebral diaria con productos específicos
Tratamientos médicos específicos
- Antibióticos tópicos o sistémicos para infecciones bacterianas
- Antivirales oculares en casos de queratitis herpética
- Corticoides tópicos para uveítis o inflamaciones inmunológicas (siempre bajo supervisión médica)
- Manejo sistémico si la inflamación es secundaria a una enfermedad general (ej. espondilitis anquilosante, sarcoidosis, lupus)
- Cirugía en úlceras corneales graves, abscesos o complicaciones estructurales
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Cómo sé si tengo una inflamación ocular?
Los síntomas clave incluyen enrojecimiento persistente, hinchazón, secreción anormal, dolor ocular o cambios en la visión. Si hay más de uno de estos síntomas, es recomendable una evaluación oftalmológica.
¿Cuáles son las inflamaciones oculares más comunes?
Las más frecuentes en la práctica clínica son la conjuntivitis, la blefaritis, la queratitis y la uveítis. Cada una tiene causas y tratamientos distintos.
¿Qué síntomas indican que la inflamación ocular puede ser grave?
Dolor intenso, disminución visual, secreción purulenta o aparición súbita de síntomas deben considerarse de riesgo. En estos casos, no se debe demorar la consulta.
¿La conjuntivitis siempre es contagiosa?
No. Las conjuntivitis viral y bacteriana sí lo son, mientras que la alérgica o la irritativa no se transmiten de persona a persona.
¿Qué diferencia hay entre una irritación y una inflamación ocular?
La irritación suele ser pasajera y se debe a factores externos como humo, polvo o falta de sueño. La inflamación implica una reacción más intensa del tejido ocular, con enrojecimiento prolongado, hinchazón o dolor.
¿Qué tratamientos existen para la blefaritis?
La base del tratamiento es la higiene palpebral diaria, acompañada de compresas tibias. En casos más severos, se utilizan antibióticos tópicos o antiinflamatorios bajo prescripción médica.
¿Cuándo debo acudir al oftalmólogo por inflamación ocular?
Siempre que haya dolor fuerte, alteración visual, síntomas que empeoran rápidamente o falta de mejoría tras 48-72 horas de cuidados generales.
Las inflamaciones oculares son comunes, pero no deben tomarse a la ligera. La clave está en reconocer los signos de alarma, actuar a tiempo y evitar la automedicación. Como oftalmólogo, he visto cómo una consulta temprana puede marcar la diferencia entre una recuperación completa y una complicación irreversible. Mi consejo es claro: si tienes dudas, consulta.
La salud de tus ojos no admite riesgos innecesarios y es fundamental para tu calidad de vida. Muchas enfermedades oculares pueden prevenirse o tratarse con una cita oftalmológica a tiempo. No esperes a que aparezcan los síntomas: agenda tu cita y cuida tus ojos con un especialista.











































